La
ley del Karma dice que cada acción que emprendes, sea física, verbal o mental,
tiene un efecto similar. En la sabiduría
popular nos tropezamos con ella constantemente con la frase: "lo que siembres recogerás". La energía que generas con tus acciones no se
detiene jamás, se proyecta en la eternidad hasta que produce su efecto, que
será similar a la causa que lo ha producido.
Si siembras castañas no obtendrás limones...
Lo
más importante de esta sabiduría es que te hace responsable de tus actos,
impidiéndote culpabilizar a otros por lo que te suceda. El complejo entramado del karma provoca
todas tus desdichas y placeres, pero no
por culpa de los demás sino porque vuelve la energía que en un momento habías
generado. Esto no se limita solamente a
esta vida sino que se proyecta al infinito.
Es como si lanzases un martillo al aire y te olvidases de él. En un momento u otro, por la fuerza de la
gravedad del martillo tiene que bajar.
Si éste te da en la cabeza, no puedes empezar a culpar a los demás por
el simple hecho de que no te acuerdas de que lanzaste el martillo al aire en un
momento dado de tu existencia. Las
desgracias que te ocurren, quieras o no, aunque sea duro reconocerlo, (el ego
se rebela), tienen su causa en ti mismo.
Por tanto, tu dedo ya no puede señalar a nadie, ya no puedes odiar a
nadie, ya no hay nadie para culpar de tu desgracia por muy duro que sea, no
puedes utilizar una ley universal como la de causa y efecto para lo que a ti te
convenga, sería muy poco honesto por tu parte.
Si
lo piensas bien, lo analizas, verás que no puedes mover un átomo de una parte
del universo sin que esto repercuta en todo el universo. El átomo no es más que energía, nuestro
pensamiento no es más que energía y nuestra acción proviene del pensamiento,
por tanto todo, absolutamente todo lo que hagamos o pensemos va a tener una
consecuencia en el universo. Lo creamos
o no es una cuestión de pura lógica, de pura ciencia sutil. Algunos científicos
que experimentaron con partículas subatómicas descubrieron que no podían
manejar estas partículas sin que su pensamiento influyera en el comportamiento
de estas partículas. Algunos de estos
científicos proclaman que las propiedades de las partículas nucleares no son
más que creaciones de sus propias mentes, que de hecho, las partículas no
tienen propiedades independientes de las mentes de quienes las observan. Esto presupone que, en el mundo de las
partículas, la mente que percibe la realidad, de hecho la crea.
Partiendo
de esta base podríamos decir que nuestra mente ha creado lo que percibe, ¿no?. Entonces por la misma regla podemos
considerar nuestra mente totalmente interdependiente de lo que ocurre
"fuera" de nosotros.
Consecuentemente esto nos lleva de nuevo a la ley de causa y efecto y al
hecho de hacernos responsables a nosotros y a nuestra mente de todo lo que nos
ocurre, bueno y malo.
Entonces, relacionando todo esto con nuestra actitud egoísta; que efecto puede traernos el hecho de amar a los
demás ??? Y qué puede retornar de dar rienda suelta a
nuestro egoísmo ???
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