Seguir un camino espiritual es
empezar a entender que la felicidad no se encuentra fuera de la mente. Que la felicidad es un estado de la mente.
Podríamos decir que la mente está
feliz cuando está en paz. Si la mente no
está en paz, no hay nada que pueda
satisfacernos. Pero cuando la mente está
en paz, todo es motivo de felicidad.
Un camino espiritual es un camino
que emprendemos para abandonar nuestras mentes perturbadas, nuestro ego. Estas mentes están producidas por los engaños
de una mente que no ve las cosas tal como son y que lo exagera todo. Es como si
continuamente estuviera alucinando. La
función de estas mentes es perturbar la paz natural de la mente.
Emprender un camino espiritual es
decidir abandonar las perturbaciones mentales y descubrir que al abandonarlas hay
claridad, paz, sabiduría, ecuanimidad, amor.
Transformar la mente es empezar a identificarse con esta paz, con la
naturaleza clara y amorosa de la mente, haciéndose íntimo con ella, en lugar de hacerlo con las perturbaciones
mentales.
A través de practicar la
meditación debemos aprender a darnos cuenta de que son nuestras perturbaciones las que nos causan sufrimiento. Cuando nos demos cuenta de ello, podremos empezar a abandonar este camino, y dejar de ser esclavo de las mismas. Buda lo describió claramente a través de las
cuatro nobles verdades: Conoce los sufrimientos, abandona sus orígenes. Practica los caminos y alcanza las cesaciones (del sufrimiento).
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