jueves, 27 de enero de 2022

APRENDIENDO A MEDITAR: EL TAN TIEN


 

 

a)    La Postura:

Aprender a sentarse es fundamental para que la práctica nos ofrezca los frutos más jugosos.  Podemos usar una silla, un banquito de meditación o un cojín de meditación.  No obstante, al final, cuando uno aprende a mantenerse lúcido, no importa tanto la postura corporal sino de la mente. 

Siéntate en tu soporte, sea cual sea, ligeramente en el borde frontal de los huesos de los glúteos.  No fuerces la posición inclinándote hacia delante con todo el cuerpo, se trata tan solo de un ligero movimiento de balanceo de tu pelvis.  De este modo, la pelvis, se colocará de tal manera que permitirá a la columna vertebral permanecer vertical sin esfuerzo. 

La pelvis, la caja torácica y el cráneo deben estar en una posición de gozoso equilibrio con la gravedad.  Esto quiere decir que estarás vertical sin esfuerzo.   Atención a que la cabeza no se recline ni hacia delante ni hacia atrás. 

Puedes colocar las manos sobre los muslos o las rodillas sin perder la verticalidad.  La posición de las manos y los brazos tiene que ser tan cómoda que puedan relajarse.

b) Primer ejercicio:

Una vez has conseguido permanecer un ratito en la postura correcta, debes cultivar el arte de la atención y al mismo tiempo suavizar las tensiones de tu cuerpo. De lo que se trata es de reposar la atención en el cuerpo para ir suavizándolo.  Para ello deberás sentir el cuerpo tan clara y directamente como puedas, sin juicio, queja o especulación, invitándolo a que vaya relajándose dentro de su verticalidad.

Cuando lleves un tiempo y te hayas familiarizado con la práctica, podrás jugar a iniciar el recorrido de tu conciencia por donde quieras, pero al principio te será útil tener un orden.  Por este motivo, aquí te facilito el que sigue. Puedes empezar por sentir y suavizar los pies y las piernas, para ir subiendo hacia la pelvis, el suelo pélvico, la barriga, la caja torácica y la espalda, las manos y los brazos, los hombros, el cuello y la garganta, la mandíbula, los oídos internos, los ojos y el cerebro. Después puedes volver a sentir el cuerpo haciendo el mismo recorrido, pero en orden inverso hasta llegar a los pies.  Puedes ir añadiéndole todo lo que quieras, incluso los órganos internos.

Finalmente, de lo que se trata es de disfrutar de sentir la presencia relajada de la totalidad del cuerpo de manera global y mantenerla.  Una vez la tienes, simplemente disfruta de ella.  Permanece atento a la totalidad de lo que vaya apareciendo en el cuerpo y la mente.

La intención de este ejercicio es que a medida que vayas sintiendo el cuerpo y lo vayas invitando a que se suavice, entres en un estado de tranquilidad, de presencia despierta, muy claro …  Si aparece el sopor o la somnolencia lo debes de reconocer, así como si la cabeza se reclina hacia delante o hacia atrás.

c) Segundo ejercicio:

Cuando hayas adquirido familiaridad con el primer ejercicio y seas capaz de mantener este estado de presencia relajada, puedes enfocarte en el movimiento que produce la respiración unos centímetros por debajo del ombligo.  Reconoce que cuando la exhalación se produce, el ombligo se hunde y con la inhalación, el ombligo se expande naturalmente.  No has de intentar manipular la respiración.  Deja que se vuelva natural y orgánica.

En ningún momento debes forzar nada.  Todo ha de estar envuelto de sensible y relajada escucha a lo que está sucediendo.  La atención reposando en el bajo vientre y al mismo tiempo en la totalidad del cuerpo.  A través de tu lucidez detecta cualquier sensación de incomodidad que pueda ir generándose e invítala a que se relaje.  Al mismo tiempo permanece abierto/a a reconocer cualquier pensamiento que pueda ir surgiendo.

Con la práctica alcanzarás un tranquilo estado de lucidez y gozo que no es más que el verdadero estado de tu propio ser- consciencia.

Es importante que reconozcas que este estado no tiene fronteras ni origen, lo inunda todo, dentro y fuera del cuerpo, dentro y fuera de la mente.  Por tanto, cuando vaya apareciendo esta lucidez, no la limites a algo que está en tu cabeza o en alguna parte de tu cuerpo y desde allí se proyecta hacia “fuera”, sino que ve la lucidez como algo que lo penetra e inunda todo, sin principio y sin fin.




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